Colocar en un cuenco la harina y la sal.
Hacer un hueco en el centro y vierte la levadura, el agua tibia y el aceite de oliva.
Mezclar todos los ingredientes hasta tener una masa algo pegajosa. Tapar el cuenco y dejar reposar durante 15’.
Pasar a la mesa y amasar la masa durante 3’ plegando sobre sí misma y haciéndola rodar sobre la mesa.
Tapar la masa nuevamente y dejar reposar otros 15’.
Volver a amasar durante 3’ de la misma forma que antes y dividir la masa en dos bollos iguales.
Enharinar dos platos lisos con abundante harina y colocar un bollo en cada plato.
Espolvorear harina por encima de las masas y tapar con papel film, un trapo o una bolsa hermética.
Dejar fermentar la masa a temperatura ambiente hasta que haya duplicado su volumen. También puedes dejarla fermentar en la nevera entre 2 y 8 horas para una fermentación más lenta.
Precalentar el horno a 250ºC con calor solo abajo.
Al momento de hornear las pizzas, retirar las masas de los platos y disponerlas sobre una superficie enharinada, sin amasarlas ni tocarlas demasiado.
Para formar las pizzas, comienza a aplastar el bollo de masa con las yemas de los dedos, empezando por el centro y yendo hacia afuera. La masa se estirará con facilidad, repite esta operación un par de veces hasta que la masa mida unos 30 cm de diámetro.
Con la ayuda de las dos manos, sigue aplastando y rotando la masa hasta tener una base estirada y fina.
Una vez estirada la masa, colócala sobre una hoja de papel vegetal previamente enharinada.
Rápidamente coloca el relleno y desliza el papel de hornear con la pizza directamente sobre la base del horno.
Hornear durante 8’ y pasar el papel con la pizza a una bandeja para hornear.
Coloca la bandeja en la mitad del horno y cambia el modo de horno a grill a máxima potencia.
Deja la pizza en el horno durante 3’ más o menos hasta que esté dorada por encima y el relleno esté fundido.
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